lunes, 15 de mayo de 2017

Diario de un viaje implanificado a Cuba




El Memorial del Che.



17 de abril.
La salida ayer a Viñales fue otro de esos cambios de programación que hicimos durante nuestra estancia en Cuba, surgió la oportunidad y la tomamos, y no nos arrepentimos.
Lo que sí estaba previsto era la visita a Santa Clara.
El problema vino con el cómo llegar allá. Los sistemas de transporte en Cuba son bastante irregulares, ya que la guagua, el tren y los omnibuses (así le dicen a los camiones) no siempre pasan con la frecuencia y espacio suficientes.
Pero no podíamos faltar a Santa Clara, así que se resolvió, el incansable Jóse nos llevaría a bordo del unicornio, de regreso nos dejaría en Matanzas.
Nueve horas para el desastre.
Legó Jóse por nosotros a eso de las 7 de la mañana, montamos nuestro equipaje y salimos con rumbo a Santa Clara.
Tomamos la “ocho vías”, una autopista que recorre Cuba entera, linda, larga y recta, salvo tres curvas.
Llegamos a Santa Clara no me acuerdo, a eso de las once de la mañana.
El memorial es asombroso, lleno de historia, imágenes, recuerdos.


Memorial del Che.

Los grandes murales nos cuentan cómo se desarrolló la batalla, hay frases del Che y una estatua colosal en lo alto del memorial.
Notamos que las rocas del lugar tienen una coloración verde-azul, le llaman “marmolina” y es frecuentemente utilizada para repellar las paredes de las casas.
Tomo dos de aquellas rocas, son de un color verde oliva.
Doce del día, cuatro horas para el desastre.


Lupita en el Memorial del Che.

Fuimos al Tren blindado, lugar que conserva los vagones de aquel convoy que atacara el Che con sus trecientos efectivos, y que marcó el rumbo a la victoria del movimiento revolucionario cubano.


El tren blindado.

En el exterior de los vagones se pueden notar los impactos de las balas de aquella batalla, y en el interior de los mismos se puede notar el tipo de blindaje con el que contaba, el armamento del ejército de Batista y sobre todo, el inmenso calor que hace ahí adentro.





El museo conserva algunos vagones, armamento, pertrechos y parte de las vías levantadas por las fuerzas rebeldes, así como el tractor utilizado el aquella tarea.
Tiene expuestos varias copias de los documentos, panfletos y volantes que se generaron durante la batalla, así como fotografías y artículos decomisados a los prisioneros.







La impresión que me da es que se trata de pertrechos de la Segunda Guerra Mundial.
Santa Clara es un lugar asombroso y lleno de historia.
Una de la tarde, tres horas para el desastre.
Salimos de Santa Clara pero no por donde entramos sino por otra carretera, extraña y verde.
En los caminos vecinales aflora aquella marmolina, razón por la cual los caminos son verdes, es muy llamativo.
Al final encontramos la Ocho Vías (que ahí tiene no más de tres vías, una de ida, una de regreso y una que toma quien quiere usarla, independientemente del sentido que lleve) y tomamos rumbo a Matanzas, donde Bárbara nos esperaría a eso de las siete.
Dos de la tarde, dos horas para el desastre.
Paramos en un “ranchón”, nombre dado a los restaurantes que se encuentran a la vera del camino, éste ranchón está en el kilómetro 252 y no se encuentra a la vera del camino sino justo en el camellón que ahí se ensancha.
Comimos rico, cervezas incluidas.
Dos de la tarde, dos horas para el desastre.
Salimos del ranchón y continuamos nuestro viaje a Matanzas.
El campo está algo seco, no ha llovido en algún tiempo, por fortuna se aprecian algunas nubes en el horizonte, son promesa de lluvia que tanta falta hace por estos lares.
Tres de la tarde, una hora para el desastre.
Dejamos atrás la provincia de Santa Clara y casi cruzamos Cienfuegos, llegamos muy cerca de la provincia de Matanzas, las nubes están muy cargadas, se nota lluvia en el horizonte.
Tres y media de la tarde, media hora para el desastre.
Avanzamos, los kilómetros corren, se desata una fiera tormenta eléctrica, al parecer tendremos que cruzar el aguacero.
Por cierto, es muy curioso, acá en Cuba las medidas son extrañas, la distancia es medida en kilómetros, las alturas en pies, el peso en libras y los líquidos en litros.
Bueno.


Tormenta.

Se cayó el cielo, una verdadera cascada torrencial se desató sobre nuestras cabezas, Jóse estuvo a punto de parar la marcha pues no se veía ni la carretera, vimos varios automóviles detenidos, esperando a que escampara.
Tres cincuenta y cinco, cinco minutos para el desastre.
Seguimos andando, la tormenta amainó pero no paró, lluvia muy fuerte y rayos visibles.
Tres de la tarde cincuenta y nueve minutos, a segundos del desastre.
Yo acompañaba a Jóse como copiloto, Lupita Leti y Marco iban atrás dormidos, Marco despertó de un sueño inquieto, algo decía pero no se entendía nada.
Diez… nueve… ocho…
Los murmullos se convierten en voces, algo pasa… incertidumbre.
Siete… seis… cinco…
Lupita y Leti despiertan del todo, discuten no se entiende nada.
Cuatro… tres… dos…
Se hace un absoluto silencio, ya ni siquiera llueve.
Uno…
En medio del silencio y la incertidumbre se levanta la voz de Lupita:
-Muchachos, Marco dejó su teléfono en el ranchón-
Cero.
Pinche Marco.
Se propuso dejar el teléfono donde estaba y darlo por perdido, pero resulta que todas las fotos que habían tomado estaban ahí.
Ni modo.
Hicimos nuestra chilangada, dimos vuelta como pudimos, y regresamos por su teléfono.


El Ranchón.

Por supuesto pasamos de nuevo por la tormenta, recuperamos el teléfono y re emprendimos el viaje y… pasamos por tercera vez el multicitado aguacero.
Tres veces la misma tormenta.
Total, casi doscientos kilómetros extras, y dos horas y media gratis, bueno ni tanto, hubo que pagar la gasolina.

Y todo para descubrir que Marco –días antes- había perdido la tarjeta de memoria de su teléfono y con ella, las famosas fotos.
 De nuevo Marco se salvó de ser fulminado con el poder de la mirada de Leti.
Esa fue la diferencia entre llegar a Matanzas  a las siete y llegar a Matanzas a las nueve y media de la noche.
Bárbara Vasallo y Victor  nos esperaban desde hacía más de dos horas, les había alcanzado el anochecer y la tormenta.
-Ven para acá Lupe, que te voy a cortar la trenza.
Esas fueron las palabras de bienvenida a Matanzas.
Le explicamos la Marco-razón de la tardanza, todo aclarado, el que corre riesgos ahora es nuestro amiguito.



Vías del tren en Santa Clara.


11 comentarios:

Patricia Moda dijo...

Jajaja, menudo peludo de regalo Marco, jajaja, y encima para no tener las fotos.

No cualquiera atraviesa 3 veces la misma tormenta...

Me debo Santa Clara.... Pero no sé si lograré.

Espero x el relato Barbarita's country.

Armando González dijo...

Fata pato, si, Marco está muy peludo.
El relato de Matanzas ya viene, ya viene.
Caaaalma.

la Tucu dijo...

Es hermoso Santa Clara..fueron a conocer la escultura del Che con niño? está llena de simbolismos. El complejo del tren blindado está lleno de historia, yo tuve el privilegio de conocerla con el relato de Arístides Rondon Velazques un villaclareño histoirador genial, que nos contó muchas cosas. Me encanta el viaje que hicieron!! voy por Matanzas

la Tucu dijo...

Es hermoso Santa Clara..fueron a conocer la escultura del Che con niño? está llena de simbolismos. El complejo del tren blindado está lleno de historia, yo tuve el privilegio de conocerla con el relato de Arístides Rondon Velazques un villaclareño histoirador genial, que nos contó muchas cosas. Me encanta el viaje que hicieron!! voy por Matanzas

Armando dijo...

¡Hola fata Tucu!
No conocimos la estatua, nos queda pendiente para la próxima visita.
Eso sí, quizá iremos con Leti, pero lo que es Marco...
Lo vamos a pensar.

Patricia Moda dijo...

Y cuando vengan a Argentina, tienen q ir a Alta Gracia en Córdoba para conocer la casa de niño, hasta adolescente del Che.
Allí tienen q ver la estatua muy buena y simpática del Che niño sentado en la baranda del alero de su casa.

Patricia Moda dijo...

Después veo si la subo a la nube, para poder enlazarla aquí, la foto del Che niño

Armando González dijo...

Gracias mi linda Pato.

Mariluz Morgan dijo...

Jajajaja... lo siento, pero aunque me encantó el relato de la visita a Santa Clara, debo confesar que me tenías colgada del techo con la expectativa del famoso desastre. No me aterré única y exclusivamente porque sé que volvieron enter@s de Cuba.

Sí que sabes asustar, tú.

Y sigo viajando con ustedes... me debo todo esto...

Armando González dijo...

Mi linda Fata Mariluz, te mando un beso.
La verdad me divertí mucho al escribir esta parte del diario.
Te mando un beso.
No le llego al precio a IdM, pero dijo que pronto retornaría.
Eso sí es de temer.

Jesùs magro dijo...

👏🏻