domingo, 21 de mayo de 2017

Diario de un viaje implanificado a Cuba

Antes de relatar el diario acontecer, quisiese yo hacer un alto en el camino y contarles algo que se me pasó un poco.
Resulta que en este viaje determinamos estar un tanto cuanto desconectados de redes cibernéticas y mensajes telefónicos.
Hay un asunto muy interesante con la conexión a la red desde Cuba, la verdad es lenta y cara, además hay que ir a las plazas donde se cuenta con el sistema de wifi para poder accesar a la red.
Es justo por ese motivo que la gente camina con la mirada al frente, y cuando hablan con otras personas lo hacen mirando a los ojos, conducta que se ha perdido en los sitios donde el internet inalámbrico ha desplazado al contacto humano.
Es común encontrar en todos los lugares enredados por la WEB a la gente caminando cabizbaja, como triste, incapaz de mirar el horizonte o el cielo sobre sus cabezas, absortos y aislados conectados a un mundo virtual e irreal al que prefieren antes del contacto entre personas.
Ciegos que prefieren ver una foto en la pantalla y no la maravilla de nuestro universo.
Sin embargo la red es una realidad que nos puede ayudar a la comunicación a distancia, y dados los tristes acontecimientos del día 19, decidimos comprar una tarjeta para –por lo menos- estar en contacto con nuestras familias y amigos.
Fue así que nos dimos cuenta que los rumores eran ciertos, que lo que las amigas contaban había pasado en realidad.
Cuando fuimos al concierto en La Liza Silvio nos vio y reconoció.
Bueno a mí sí me vio, a Lupita….



No pudimos participar en aquel intercambio de Segunda Cita pues ya para cuando vimos la nota de Silvio, ya había cambiado la entrada.
Cabe mencionar que nuestras amigas se divirtieron mucho al hacernos partícipes de la nota aquella.
Estoy seguro que Silvio reconoció mi sombrero, pues es el mismo que traje hace dos años para el quinto encuentro segundacitero.
Cuba tiene aún la calidad y la calidez humana que la red de redes tiende a apagar, seguramente llegará el día en que internet cubra toda la isla, ojalá los cubanos no caigan en la trampa donde otros muchos hemos caído.




Holguín

22 de abril
Imposible dormir en el camión, los asientos son muy incómodos para tal efecto, el frio del clima es feroz y los otros pasajeros son tremendos roncadores.
Aparte, nos apagaron las luces y no pudimos leer y para terminar, hay animales que atraviesan la carretera, perros, ganado, etcétera, que significan un riesgo de accidente durante el viaje.
 Pero al fin llegamos a la cita en la ciudad de las plazas.
Por cierto, el año pasado la Lupita viajó a esta ciudad, hoy no la reconoció, tanto que yo le decía:
-Ya llegamos-
-No-
Es que ahí decía que es Holguín-
-No-
-Pero…-
-No-
Y no soltaba el libro que venía leyendo.
La cosa es que ya la gente estaba bajando, así que ella preguntó y sólo así se convenció de nuestro feliz arribo a la ciudad.
Mi consejo personal, si van a hacer el viaje, que sea de día, pero lleven buen abrigo, dentro del camión hace mucho frío.

En las plazas de Holguín


Dicen los que saben, que esta ciudad fue fundada por un señor de apellido Holguín, este señor formó parte del ejército mandado por Diego de Ordaz y comandado por Pánfilo de Narváez para arrestar a Hernán Cortés y llevarlo de vuelta a Cuba cargado de cadenas.
Lejos de eso, Cortés venció a Narváez y convenció a soldados y capitanes para integrarse a su aventura conquistadora.
El señor Holguín fue de los primeros en defeccionar a favor de Cortés, pues –al igual que don Hernán, era extremeño.
Dicen también que este hombre tuvo hijas, y que sus hijas también tuvieron hijas, así, en dos generaciones se perdió el apellido del fundador.
En la actualidad hay muy pocos habitantes con este apellido y ninguno es descendiente de aquel Holguín original.
Bueno.
Nos fuimos directo al lugar donde nos hospedaríamos, pero resultó que el encargado de la reserva confundió los datos y puso el año (17) como día de llegada, por supuesto que no llegamos en esa fecha y cancelaron la reservación.
Tras una amable plática nos envió justo al edificio de enfrente, donde –afortunadamente- había lugar disponible.


Lupita señalando una lechuza

Nos atendió Marilyn, amable y servicial, siempre con una sonrisa aunque propensa a asustarse con facilidad.
Nos preparó un espectacular desayuno, después de eso nos pusimos a descansar.
Salimos en la tarde, a conocer el lugar y a hacer algunas compras.


Mujer con sombrilla

El calor nos derrotó rápidamente, nos la pasamos de bucanero en bucanero.
Al fin dimos con una tienda que se llama Artex, todo muy bien salvo a la hora de pagar, como la transacción fue con tarjeta todo se complicó a grados aberrantes, al final (poco más de una hora después) se terminó la tramitología pagadera con la firma de ya no me acuerdo cuantos documentos.
A la otra mejor pagamos en efectivo.
Se supone que hoy veríamos a Lien y familia, pero no fue posible, ojalá mañana nos podamos encontrar.



Lupita con Los Beatles en La Caverna, Holguín, Cuba.



5 comentarios:

Patricia Moda dijo...

Ey, la familia Guajira no me mostró esa Taverna Beatlera.

Algo de tu relato camionero no me cierra... Sin luz para leer pero Lupita no dejó de leer su libro?

Otra pregunta, porqué no viajaron en micro y se mataron en camiones? Querían hacer la experiencia de como viajan los cubanos?

Armando González dijo...

Mi linda Fata Pato, llegamos a Holguín con la luz del día, de ahí que Lupita sacara a relucir su libro.
El viaje lo hicimos en Línea Azul, camiones que ofrecen mayor comodidad (?) al usuario.
La Caverna la encontramos de pura casualidad, igual y es reciente.
Te mando un beso.

Patricia Moda dijo...

Caverna???? No es un poco exagerado??? Jajaja

Mariluz Morgan dijo...

Yo les advertí del frío, que conste!!!!

Conste también que, cuando hice el mismo viaje, Yami me salvó la vida, prestándome calcetas y una manta. Si no, hubiera llegado a Holguín convertida en un témpano.

Pato... ¿todavía no sabes que en México les dicen camiones a los buses??????

Armando González dijo...

Fata Pato, "La Caverna" así se llama aquel lugar en Holguín, te juro que no tuvimos naad que ver en el apelativo.
Fata Mariluz si, fuimos bien precavidos gracias a tu alerta anti frío.