jueves, 28 de enero de 2021

Viaje fotográfico a Villahermosa

 

Hace cosa de un par de semanas tuve la increíble oportunidad de asistir a un gran fotógrafo (Marco A. Pacheco) en un trabajo para el Parque museo de La Venta, ubicado en Villahermosa, Tabasco.

Este es el diario que escribí durante el viaje.

He querido también rendir homenaje al poeta Carlos Pellicer, creador de este magnífico parque.

 

 

Carlos Pellicer Cámara

9 de enero.

 

“Ser flor es un poco de colores con brisa;

la vida de una flor cabe en una sonrisa”

 

 

No me queda otro remedio que no ser cobarde.

Así que tarde, pero ya inicio lo que tendría que haber empezado ayer, el diario de viaje.

Bueno, vamos allá.

Ayer 9 de enero pasó Marco por mi a casa de mi madre, sería a eso de las 9:00 o 9:30, de ahí pasamos por Toño, hijo de Marco e iniciamos el viaje a Tabasco.

El viaje es largo, serán normalmente unas diez horas si es de un tirón, por supuesto cada parada suma tiempos, pero nada serio.

El problema vino cuando equivocamos el camino, cosa que fue muy sencilla ya que la señalización es bastante deficiente.

El caso fue que, en una de esas, vi alguna desviación en la carretera que no tenía yo en la memoria, así que consulté el mapa y vi con sorpresa que nos habíamos desviado bastante.

Corregimos el rumbo, pero el costo en tiempos de viaje se nos fue de las manos.

Conocimos lugares que no están en la ruta normal, pero pude tomar algunas fotos interesantes.

Llegamos a Villahermosa ya con la noche cerrada, nos apersonamos en la casa de huéspedes y salimos a hacer las compras con nulo éxito, ya que en Villahermosa cierran todo a las nueve de la noche y llegamos media hora después.

Cenamos tacos y nos fuimos a dormir.

 



Nube mariposa


Villahermosa es la ciudad natal de Carlos Pellicer, poeta, diplomático, profesor y museógrafo entre otras muchas actividades que desarrolló durante su vida.

Nació en 1899, estudió en la Escuela Nacional Preparatoria y fue un entusiasta arqueólogo protector del acervo olmeca.

El Parque Museo de La Venta es su idea, un lugar donde poder proteger no solo las piezas, sino también la flora y la fauna del lugar.

 

 

Rio Grijalba

 

 

10 de enero.

 

“Hoy que he vuelto

los dos hemos callado”

 

 

Amanecimos con la noticia que en el Parque Museo nos esperan hasta mañana lunes, así que las piezas no están preparadas, colocadas y listas para ser fotografiadas, pero nos citaron a las diez de la mañana para una visita previa.

Así lo hicimos y nos dieron una visita extraordinaria, la actitud es muy buena y son tremendamente amables.

Mañana lunes iniciamos el trabajo formal.

Salimos a eso de la una de la tarde, Marco aprovechó para volar el dron, luego fuimos al centro de Villahermosa, vimos por ahí al doble de Chico Che, pero no nos saludó.

Tomé una bebida llamada Pozol, hecha a base de maíz y cacao, es muy refrescante y sabrosa.

Regresamos a la casa de huéspedes, antes pasamos ahora sí a comprar la despensa.

Cenamos pizza.


Parque Museo La Venta


 

Sería por el año 1974 que visité este lugar fantástico en compañía de mis abuelos, la mirada sorprendida que me arrancó este lugar se repitió, sigue siendo un lugar lleno de magia.

Mudo, reviví los lugares que hace tantos años caminé.

Carlos Pellicer fundó el parque el cuatro de marzo de 1958, su idea original fue la que conocí entonces.

 

 

11 de enero.

 

“Era mi corazón piedra de rio

que sin saber por qué daba remanso,

era el niño del agua, era el descanso

de hojas y nubes y brillante frio”

 

 

Día de rudeza innecesaria.

Iniciamos temprano, desayunamos a eso de las 6:00 am y muy poco después de las siete ya estábamos en el Parque.

Directo a las piezas.

La energía y velocidad con que acometimos era asombrosa, en muy poco tiempo ya teníamos 4 piezas fotografiadas, eso nos llenó de contento y ganas de seguir en el trabajo.

Y empezó el calor.

Tremendo, abrumador, desquiciante.

Marco me pidió hacer una serie de fotos para hacer una maqueta de 360 grados, esto es, en otras palabras, que había que tomar unas 60 fotos desde distintos ángulos a la misma pieza.

Yo sudaba la gota gorda, no por la responsabilidad de las tomas sino por el tremendo calor, o bueno, la humedad que me traía de un ala.

Una de las arqueólogas que nos acompañaba se apiadó de mí y me obsequió un pozol sin azúcar.

Delicioso, refrescante.

Ya luego el arqueólogo jefe, me dijo que teníamos mucha suerte pues el clima estaba “fresquito”

Terminamos la sesión a eso de las dos de la tarde, yo particularmente estoy fulminado, al final fueron 13 piezas las fotografiadas.

No estoy seguro de qué vamos a cenar, o si vamos a cenar, pero seguro me voy a dormir muy temprano.

 


 

Carlos Pellicer tendría unos once años cuando estalló la Revolución Mexicana, pocos años después era ya secretario particular de José Vasconcelos.

En 1929 Vasconcelos se postuló para la presidencia en unas elecciones que –digamos- ganó Plutarco Elías Calles.

Calles nunca le perdonó a Pellicer haber apoyado a su enemigo político, lo mandó arrestar y ordenó su fusilamiento, que resultó ser fingido, fue una suerte de advertencia para que no se equivocara de nuevo al elegir a sus “amigos”.

 

 

12 de enero.

 

“La piedra que tocó la noche antigua

de las memorias inolvidables

está asaltada por la selva,

a los lados, adentro, por encima;

la impaciencia implacable que se pudre

pero retoña y sigue retoñando.

Lo que fue población de jeroglíficos,

pavorosamente vacío.

Muertos los constructores

recuperó la selva sus espacios,

izando su victoria sobre las ruinas”

 








 

 

Son las 5:30 de la tarde, ya estamos en el lugar donde nos hospedamos.

Amaneció lloviendo, de hecho llovió toda la noche, las piezas están mojadas y no para el agua.

No podemos ir al parque.

Tras algunas llamadas y arreglos se consiguió el permiso para ir al Museo Carlos Pellicer para fotografiar in situ algunas piezas que tienen ahí resguardadas.

El museo está cerrado al público, así que fue para nosotros solos y nos pudimos mover a nuestras anchas entre piezas milenarias, piezas llenas de magia, historia, misterio y origen, siempre bajo la mirada atenta de los arqueólogos.

Son piezas hechas de música que aún cantan la melodía del infinito.

¿Qué fue de sus risas y bromas, de sus dolores y sus dioses?

¿Qué parte de mi sentir les debo?

Sus tumbas yacen vacías, unas saqueadas, otras olvidadas y las más han entregado a la selva los elementos primigenios de aquellas personas muertas hace ya tantos siglos.

Perdón, ya me fui por las ramas.

Regresamos al parque para ver en qué estado están las piezas, la lluvia no ha sido lo suficientemente fuerte como para mojarlas completas, se nota mucho la diferencia entre seco y mojado.

 

Pellicer llegó a ser parte del cuerpo diplomático mexicano, y en tal carácter viajó a varios países, Colombia, Venezuela, Argentina y Brasil fueron algunos de los destinos que visitó, además del continente europeo.

De sus viajes conoció y admiro para siempre la figura de Simón Bolívar y sobre todo el sueño de tener una Latinoamérica unida.

“La patria es continentalizable.

El mundo es una pobre cosa

llena de gustos yanquis y consideraciones.

Más desde el aeroplano se medita en la gloria

de unir banderas y cantar canciones”

 

 

 

 

13 de enero

 

“La noche en lluvia y batracio

retiñe el nocturno verde

y al otro día se muerde

verde el verde espacio”

 

 


 

Despertamos algo más tarde, ha llovido toda la noche y aun no para.

A eso de la ocho de la mañana escampó, así que salimos con la loca esperanza que no lloviera de nuevo y que hubiese sido suficiente para empapar por completo las piezas.

Vimos que en cámara se compensa muy bien si la pieza está completamente seca o mojada, pero se nota mucho cuando no es así.

No fue un mal día, al contrario, ha sido la vez que más avanzamos.

Nos faltan 18 piezas, algunas de ellas se tienen a resguardo en una bodega.

La lluvia, una brizna apenas, nos alcanzó por la tarde, así que nos vimos obligados a parar.

Fuimos a comer a un restaurant llamado “El Puchero” cerca del museo Carlos Pellicer, yo pedí un plato de Ropa Vieja, no estaba nada mal, muy rico, pero no es el que más me ha gustado.

Dejó de llover y volamos el dron hasta que nos alcanzó de nuevo la lluvia.

Regresamos a la casa de huéspedes, a recargar baterías, preparar el equipo y descansar mucho.

Cenamos sándwiches y me fui a dormir de inmediato.

 

Pellicer supo de la construcción de un nuevo museo que daría espacio al acervo de piezas olmecas y mayas que se habían colectado con el tiempo, la antigua sede no ofrecía el espacio ideal, la luz ni el lugar de estudio que requería una colección tan importante.

El actual museo ofrece espacios muy generosos, muy buena museografía y la exhibición de piezas muy hermosas e importantes, tanto de la cultura olmeca como de la maya.

 

 

Oso hormiguero

 

14 de enero.

 

 

“Estar árbol es a veces quedarse

mirando (sin dejar de crecer) el

agua humanidad y llenarse de

pájaros para poder, cantando,

reflejar en las ondas quietas y soledad”

 

 

Ceiba






Llovió toda la noche, esperamos encontrar las piezas bien mojadas y parejas.

Al llegar al parque nos pidieron fotografiar algo de la flora y fauna del lugar, así que la primera parte fue en ese sentido.

Hoy tocó fotografiar las piezas que están en la bodega, son piezas pequeñas y delicadas, de relativamente poco peso y que es fácil dañar, de ahí que esté a buen resguardo.

También fotografiamos algunas réplicas, así que dimos un gran avance.

Nos quedan pendientes ocho piezas, solo ocho.

Quisimos avanzar con ellas, pero están muy manchadas por el agua, así que vamos a esperar a mañana a ver si se secan o llueve lo suficiente para tenerlas parejas.

Pronostican para mañana la entrada de un “norte” a eso del mediodía, esto significa al menos tres días de lluvia, así que el plan es llegar muy temprano y avanzar directo a las piezas para poder dar fin a la aventura fotográfica.

 

 


Uno de las sorpresas que me asombraron de niño fueron las huellas en el piso, con estas improntas se marca el sentido del sendero para no perder de vista alguna de las piezas, es como si uno caminara por un antiguo códice.

Me he reencontrado con aquellas huellas y ahora sé que pertenecen al pie de Pellicer, él mismo se hizo un molde y marco la ruta del museo.

Tenía un pie muy pequeño y muy grandes ideas.

 

 

15 de enero.

 

“¡Y bien! ¿Que nadie vive aquí?

Entonces ¿Quién riega las

macetas, quién lava los corredores,

¿Quién barre el patio?”

 

 


Se espera la llegada del “norte” a eso de las doce, nuestra ventana de trabajo es muy reducida y hay que aprovechar todo el tiempo disponible.

A las 7:30 am ya estábamos en el parque.

Fuimos directo a las piezas, pero siguen manchadas por el agua, la opción que tenemos es mojarlas completas, así que con la ayuda del personal del parque y la mirada atenta de los arqueólogos se han mojado completamente, dejamos que se secaran un poco para evitar brillos y nos pusimos a trabajar como si no hubiese un mañana, y no lo había.

Teníamos encima tres días de lluvia, tres días que no hubiésemos tenido ora actividad que mirarnos a la cara el uno al otro.

A las diez de la mañana habíamos concluido el trabajo en el parque.

Recogimos el equipo, guardamos todo.

Nos despedimos del personal del parque que nos ha acompañado y ayudado en todo momento, gente amable y entusiasta a la que le debemos mucho.

En una carrera fui al monumento 77 llamado “El Gobernante”, me he despedido con él y le he dado las gracias.

El gobernante


Nos queda pendiente parte de una pieza del museo Carlos Pellicer, esta pieza está expuesta muy cerca de la pared y no nos fue posible fotografiar la parte trasera, y ahora nos avisan que se ha movido para poder terminarla.

Fuimos para allá, antes de acometer la pieza faltante repetimos la toma de la ofrenda masiva pues a Marco no le había convencido las primeras tomas, luego fuimos a las últimas tomas de la pieza que habían movido.

Y de pronto, como una hoja que cae de un árbol, como una gota de lluvia que termina su carrera en la fértil tierra, habíamos terminado, la última foto se había tomado.

Regresamos a la casa de huéspedes, guardamos todo y brindamos por el trabajo terminado y la amistad.

Dormí como un bendito.

 



El personal del parque museo fue fundamental para el trabajo realizado, siempre atentos, siempre dispuestos al trabajo, así tuviesen que salir corriendo por una extensión, detener una lámpara, hacer a un lado las ramas, en fin, fueron parte fundamental del equipo y sin su valiosa cooperación estaríamos allá atorados con el trabajo inconcluso.

Son orgullosos protectores de nuestra historia y yo les rindo tributo y agradecimiento por eso.

 

 

 


16 de enero.

 

 

“En este bosque en que los árboles

tienen historia

Y se acompañan espaciosos

a tiempo luz, a tiempos sombra,

saqueo al aire los flautines

en que los pájaros devoran

la soledad húmeda y viva

de la raíz y la memoria”

 

 

 


Amaneció lloviendo, pero ya no hay prisa, teníamos todo el tiempo para esperar que parara un poco la lluvia, cargar la camioneta e iniciar el retorno.

En un momento que escampó, montamos todo en tiempo record y salimos.

Nos ha llovido todo el camino.

Paramos algunas veces para descansar y comer, y seguimos por un camino que a veces parecía interminable.

Salimos de Villahermosa a las 10:30 de la mañana, llegué a casa a la 1:30 de la madrugada del domingo.

Agotado, feliz.

En casa de nuevo.

Descansé todo el día.

 


Carlos Pellicer Cámara falleció el 16 de febrero de 1977, de los muchos trabajos que realizó están las museografías del parque museo de La Venta, el museo Frida Kahlo y el Anahuacalli.

El museo Frida Kahlo ha cambiado su museografía y nada queda del trabajo de Pellicer, El Anahuacalli también ha tenido cambios, pero muchos menos.

El que casi se conserva igual es el Parque Museo de La Venta, que si bien también ha tenido cambios, conserva la idea original del poeta, tener un lugar digno donde Flora, fauna e historia convivan y brinden al visitante la atmósfera primigenia que los antiguos olmecas vivían día a día.

 

 


“El sembrador sembró la aurora,

su brazo abarca el mar.

en su mirada las montañas

podrían entrar”


Carlos Pellicer Cámara (1899-1977)





martes, 25 de febrero de 2020

Mi papá

Ruego a los posibles lectores que, de ser posible, escuchen la música del siguiente video al tiempo que leen la entrada.
Mil gracias.




Hoy por hoy existe un hecho incontrovertible y absoluto, incuestionable y de total certeza, mi papá está muerto y nada se puede hacer al respecto.

Guillermo González Ruiz


Nació el 28 de abril de 1938 en el centro del Universo, la Ciudad de México, primero de cuatro hermanos.
Mis abuelos paternos, si bien siempre atentos y cariñosos, fueron duros con la educación de sus hijos, sobre todo su papá.



Mi abuelo Guillermo


Mi abuelita Chelo



Mi abuelo no tuvo una infancia fácil, creció, padeció y sobrevivió a la Revolución Mexicana y desde muy joven sacó a relucir su espíritu aventurero y su absoluta rectitud.
A los hijos les enseñaron a ser tremendamente consecuentes por medio de la ciega obediencia la disciplina y el castigo ante la más mínima falta.
Mi abuelo tuvo un trabajo que le obligaba a ir de un lado a otro de la República, así que cuando llegaba, tras semanas de ausencia, ya mi abuela le tenía pronta una lista con las faltas cometidas por cada uno de los hermanos.
Con esta información mi abuelo aplicaba el castigo que creía merecían cada uno de los vástagos.
Mi papá, al ser el hermano mayor, tenía más responsabilidad y por tanto, peor castigo.
Al crecer los hermanos mi abuelo cargaba con todos para para cumplimentar su trabajo. Así, era de lo más normal estar en Pochutla, pueblo de Oaxaca, a treinta grados a la sombra y changos en las palmeras y el lunes siguiente amanecer en Monterrey a menos dos grados y con los burros de carga escarchados por la helada.
Entre mudanzas y castigos mi papá buscó la oportunidad de librar con la carga, y la encontró con el llamado de Dios al sacerdocio, con la esperanza en la paz entró al seminario.






No le fue bien, incluso le fue muy mal, el maltrato y los abusos pusieron fin a su sueño apostólico y en cuanto pudo abandonó el seminario.
Debe ser en esta época que calló en sus manos “El libro de las tierras vírgenes” de  Kipling, libro que definitivamente entró en su corazón.
Después del seminario, encontró una interesante veta de actividad en el baile, fue asiduo a los salones de finales de los cuarentas, mediados de los cincuentas, lugares como Salón Los Ángeles, el California, los Infiernos o el Esmirna entre otros, lugares donde lo conocieron con el sobrenombre de “Ramoncito”, y fue tal su éxito que incluso le dedicaban bailes.


Ex convento de San Jerónimo

Paréntesis aparte, el Esmirna, conocido como “El Esmeril” se encontraba en el ex convento de San Jerónimo. “Bailábamos sobre la tumba de Sor Juana sin darnos cuenta” comentaba orgulloso “El General”, otro gran bailarín asiduo a estos salones.
Poco después encontró otra oportunidad de quitarse de la tutela familiar, conoció a una linda muy linda joven.




Si bien al principio se detestaron, terminaron por enamorarse y al poco se casaron.
Del matrimonio nacimos cinco hermanos, aunque hay una que insiste que tiene pedigrí y que se cuece aparte. Allá ella.
De los ires y venires hay mil historias, y mil más tras la memoria refrescada, unas buenas, otras no tanto.





Recuerdo con cariño cuando nos trató de mantener despiertos para ver el alunizaje, apenas lo logró, o cuando nos llevaron a ver Fantasía a un autocinema, ahí si caímos.
Mis papás ya para entonces dejaron de compartir puntos importantes, mi mamá siguió (y sigue) creyendo en Dios mientras que mi papá dejó de creer.
Era de una tremenda importancia para mi mamá que hiciéramos la primera comunión, no así para mi papá.
Así que totalmente a escondidas y con mis abuelos maternos como únicos testigos mi hermana mayor y yo hicimos este rito, salvo el cura, mi madre, mis abuelos nosotros dos y Dios, nadie más se enteró.
Poco, muy poco tiempo después mi bisabuela Catalína (abuelita de mi papá) con más de cien años a cuestas y sabedora de ser la última de su generación, pidió como casi última voluntad ver a sus bisnietos cumpliendo con los ritos sagrados.
Era una manita de puerco transgeneracional y mi papá no tuvo otra que acceder, así que los que sabíamos de la primera primera comunión callamos como angelitos mudos e hicimos la primera comunión por segunda vez.
No estoy seguro de si mi papá se enteró alguna vez de este asunto.
Aún más recuerdo cuando el 30 de abril de 1975 dijo lleno de emoción que Vietnam había vencido al ejército de Estados Unidos.
Me queda grabado a fuego el día que conocimos a una familia argentina, exiliada por el régimen militar del nefasto Videla.
Mis papás fueron de inmediato a comprarles una despensa que les fue entregada sin pedir nada a cambio, tengo que decir que la familia argentina pagó aquella despensa con una estrecha amistad.
Uno de esos días, casi como cualquier otro, mi papá se fue a Cuba a un congreso médico (mi papá diseñaba y fabricaba aparatos electromédicos), a su regreso nos comentó su experiencia, sus vivencias, la que más recuerdo es que había muchos bustos a Martí y que estaban llenos de flores.


En el Iztacihuatl

Unos años después mis padres se fueron a vivir a Amecameca, la verdad es que para entonces compartían vivienda pero ya no sueños ni metas, además para entonces los dos hermanos mayores vivíamos fuera de potestad, así que no fuimos testigos directos del derrumbe de las ruinas de lo que alguna vez fue un amor eterno.
Al muy poco tiempo se separaron irremediablemente.
Mi papá tuvo una vida casi gitana, iba y venía de un lado a otro, de una casa a otra, de una región a otra, era casi como si el espíritu de mi abuelo manejara aquellos hilos invisibles del destino, hilos invisibles pero que dejan cicatrices.


En Hidalgo

En una de esas vino a vivir a casa.
Por muy poco tiempo convivió con nosotros, empezó todo muy bien pero se fue descomponiendo como una fruta madura y abandonada.
Por asuntos turbios y poco claros salió para no regresar.
Al tiempo que salió, tomó distancia, insoluble, insondable y ahora eterna.
Prometió regresar y platicar, nunca lo hizo.
Lo volví a ver un par de veces, la primera fue en el sepelio de mi abuelita paterna, lo vi triste, como derrotado, platicó muy poco y lloró mucho.
La segunda fue en Amecameca, mis papás habían comprado hacía tiempo una casa, ahora se había vendido y era tiempo de repartir aquellos magros y amargos dineros de una casa que se había hundido en la distancia y el desamor.
Ya saliendo del despacho del abogado, mi papá se fue por su lado sin despedirse, en una de esas lo vi justo frente a nosotros, del otro lado de la calle.
En eso pasó una nube de turistas con la mirada puesta en los volcanes, cuando pasó la nube mi papá ya no estaba, se había desvanecido como por arte de magia, una oscura arte de magia.
El tiempo, el implacable, marcó con tesón la distancia en años, muchos años de distancia.
El año pasado y por insistencia de mis queridos hermanos le llamé a su teléfono.
Al principio no reconocí su voz, había perdido el carácter de los años y quedaba una voz juvenil, casi adolescente.
Se sorprendió, incluso puedo decir que se sorprendió con mucha alegría, el gusto bailaba en la llamada, mientras hablamos de cosas intrascendentes la plática fluyó amable.
Cuando tocamos el tema de su salud se evaporó la alegría de la llamada, de nuevo surgió la distancia y la frialdad.
Casi al finalizar la llamada, le dije que le llamaría para saber del resultado de unos análisis médicos. Se negó en redondo.


En el Chontacuatlán

  -Yo te llamo- me dijo una y otra vez. En el aire pesaba la imagen de que no lo haría.
Ya para despedirme, todas las historias, las caminatas, las risas, las reuniones, la música, la vida entera giró sobre mi cabeza y me nació decirle “Te quiero”
Sin embargo la frase murió antes de salir de mi garganta, nunca vio la luz y jamás llegó a su corazón moribundo.
No llamó nunca, al paso de dos o tres días le marqué de nuevo, la llamada no entró.
A lo largo de una semana insistí, aun cuando había quedado claro desde la segunda llamada que no hablaría nunca más conmigo.
Siempre fue partidario de la vida, y tanto fue así que vivió hasta que no pudo más, jamás se rindió, su esfuerzo lo llevó a morir el 30 de marzo de 2019, fecha en que Lupita y yo estábamos en nuestra amada Cuba.
No pude estar en su funeral y no estoy seguro que hubiese asistido.
Al emprender el retorno a la Ciudad de México, por alguna razón paramos en un pequeño parque en Regla. Una visión llenó de pronto mis recuerdos, tanto que salí del coche para constatar la imagen
En la esquina, el busto de Martí lleno de flores me saludaba desde el recuerdo de mi papá.




No juzgo a mi papá, no lo culpo, no lo lleno de insultos huecos e improperios carentes de contenido, eso solo me convertiría en un mezquino y miserable, en todo caso solo lo puedo señalar como un ser humano, tal como lo soy yo.




Tan solo quiero despedirme papá, decirte como lo hizo Mowgli con Akhela, como lo hice en silencio con Jorge, como lo hice con pesar de mi abuelo:
 Buena caza hermanito.




Les he pedido que escuchen "El dueto de las flores" pues era la pieza que más le gustaba a mi papá, si no han podido, les ruego se tomen un momento y la escuchen, es la reconciliación con la vida.

sábado, 25 de mayo de 2019

Nuevo viaje a Cuba 2019


Neptuno


2019 y viajar a Cuba, sin duda era todo un sueño y sería tremendo poder estar en tan importante lugar y en fecha tan señalada.
Justo en este año se cumplen 500 años de la partida comandada por Hernán Cortes a tierras continentales.
Quería ver la bahía de la Habana, navegar por sus aguas, capturar con todos los sentidos aquel canal que llega al mar abierto, todo bajo este sol que ha iluminado por medio milenio esta historia.

La Seiba

La figura de Cortes y su ejército divide aun hoy a propios y extraños.
¿Fue bueno, fue malo?
Cada quien tiene su propia opinión, la mía es que al desobedecer a Diego de Velázquez y partir, Cortes involuntariamente enlaza para siempre las historias de Cuba y México.


Bahia de La Habana

Y es desde entonces que ambos países tenemos una historia en común.
Quería ver la Habana con esta mirada, con 500 años de historias.
Cuenta también el reencuentro con todos los queridos amigos a los que ya extrañaba más de lo que admito, gente querida que nos ha abierto su casa, su amistad y su corazón.


Concierto 100


Otra más, Silvio Rodríguez y toda su maravillosa gente celebran el concierto 100 por los barrios.
Cuenta por supuesto el increíble encuentro con Orlando Borrego que es tanto como el encuentro con la historia reciente de Cuba.


Orlando Borrego

Y, claro, mi cumpleaños, no puede ser mejor pues además estoy acompañado por mi linda Lupita a la que tanto amo.
De pronto la rueda de la fortuna gira, el diablo mete la cola, la vida impone condiciones, un poder Supremo decide, coincidencias simples, no sé.
Justo el día de mi cumpleaños y a 1800 kilómetros mi padre falleció.
Le debo una enorme disculpa a los amigos todos, los sentimientos me derrumbaron, aun cuando hicieron todo cuanto pudieron por animarme no pude corresponder a sus esfuerzos.
Al día siguiente escribí estas líneas que ahora les comparto:


“La Habana, Cuba, marzo 2019.
Hace un par de días me enteré que mi padre había sido internado en un hospital, a diferencia de un largo tren de entradas y salidas de urgencias, en esta ocasión la condición es grave.
Dejé de escribir este diario de viaje.
Hoy me entero que falleció ayer, poco antes de la media noche.
He llorado un poco, muy poco y me he acordado de muchas vivencias.
Al final encuentro y recuerdo historias hermosas, historias muy malas y aún terribles.
Encuentro a mi padre como un ser humano.
No lo juzgo, no podría, ni lo culpo ni lo cuestiono, tuvo sus motivos y justificaciones para su actuar y afrontó las consecuencias de sus actos.
Le agradezco haberme dado todas las lecciones, todos los ejemplos, para bien y para mal, que han dado como resultado el que yo sea como soy.
Supe que su transición fue tranquila y sin dolor, que no sufrió.
Estoy cierto que su velorio no será presidido por imágenes religiosas, no creía en ellas.
¡Buena caza hermanito!”



No había escrito desde entonces, pero creo que es tiempo de regresar a éste mi Puente querido y a mis amigas y amigos de la vida.
Gracias por ser y estar.
Continuamos.


Varadero


miércoles, 6 de febrero de 2019

500 años, 400 historias.

Cristóbal Colón, foto oficial.



Hace unos pocos años, en 1992, se cumplieron 500 años de la llegada de Cristóbal Colón a nuestras tierras.
Desde entonces se reactivó la discusión en torno a que si había de celebrar o conmemorar el arribo de los europeos a lo que hoy conocemos como Continente Americano.
Hay tantas ideas y posiciones como comentaristas, algunos muy centrados y eruditos, otros basados en leyendas sin base ni estudio alguno, unos con razón, otros con corazón, pero en general todos tienen su propia opinión.
¿Vinieron los europeos a civilizarnos?
¿Nos dieron cultura?
¿Acabaron con las creencias y modos locales?
Todo esto muy discutible y apasionante.


Hernán Cortes.

Este año, 2019 se cumplen 500 años de la llegada de Hernán Cortes con sus compañeros a tierras mexicanas.
Y la polémica empieza a tomar forma de tornado.
Hay algunos libros muy recomendables para iniciar a tener una base razonable de aquellas antiguas historias.


Tercera Carta de Relación.

Por supuesto están las Cartas de Relación, escritas por el mismo Cortes y donde nos cuenta de primera mano las experiencias de aquellas jornadas.
Existen otros relatos de capitanes que participaron en la campaña, pero personalmente creo que es muy ilustrativa la obra de Bernal Días del Castillo “Historia verdadera de la Conquista de la Nueva España”

Historia verdadera de la Conquista de la Nueva España.

Las Cartas de Relación nos cuenta aquella historia desde el punto de vista de los capitanes y oficialidad, donde son Cortes y su círculo cercano quienes hacen todo el trabajo.
En la obra de Bernal, el punto de vista es el del soldado raso, el que carga los cañones, el que se enfrenta cara a cara al enemigo, el que obedece y muere en el intento.
Durante siglos la educación fue en este sentido, los europeos habían llegado a civilizar y pacificar, a darnos entendimiento, por lo cual deberíamos estar muy agradecidos.


Recorrido de la armada de Cortes de Cuba a Veracruz.

Bien me acuerdo en mis años de parvulario que nos daban aquellas heroicas historias donde los españoles habían vencido miles de adversidades para al final darnos entendimiento y razón.
Sin embargo, ya había voces, palabras con otra mirada de la historia, historias distintas.
Una muy importante es sin duda la de Miguel León Portilla con su libro “Visión de los vencidos, relación indígena de la conquista”, donde recopila aquellas voces, aquellas miradas que también fueron testigos de aquellos días y que por demasiado tiempo habían sido acalladas.



La discusión sin duda se habrá de encender con el paso de los días y los aniversarios que se han de cumplir, desde la llegada de Cortes a Cozumel (1519) hasta la caída de la Gran Tenochtitlán (1521).
La pregunta que hago es ¿En realidad nos conquistaron, borraron todo vestigio de culturas locales?
Cabe mencionar que escribo esta nueva entrada en mi pc, donde tengo como fondo de pantalla un hermoso friso maya y con una playera (remera) con la imagen de Tláloc.
Con respecto al título de la entrada, he mezclado ambas visiones, para las antiguas culturas mesoamericanas el número 400 representa el infinito, mientras que la forma de contar el tiempo es netamente europea.
Es decir, tras 500 años de aquel encuentro (o encontronazo) hay una infinita cantidad de historias.
Esto es una mera introducción, ya publicaré nuevas entradas con motivo de esta nuestra historia de la que somos dueños.

domingo, 21 de octubre de 2018

Lo que nunca se había hecho en Puente.


Gente querida de Puente, hoy voy a hacer algo que nunca se había hecho aquí.
Voy a hablar de deportes.


Estadio Fray Nano.

Baseball, béisbol, juego de pelota, el Rey de los deportes…
¿Cómo entender este juego?
Guía básica para gente que, como yo, no entiende esta historia.
Bueno, resulta que en México es muy popular el juego de pelota, el basaball.
Sin duda no tiene la carga comercial que tiene el futbol, que ya de entrada es una ventaja.


Diablos Rojos del México.

Desde hace ya mucho tiempo que mi corazón está de lado de Los Diablos Rojos del México, sí, así se escribe, del México, sin embargo, nunca jamás había asistido a un partido, ni de los Diablos ni de ningún otro.
Así que fue una sorpresa que gente muy querida nos invitara a un partido de los Diablos aquí en la Ciudad de México que es casa de este equipo.
Por cierto, el estadio de los Diablos es el Fray Nano, no es broma, en fin, me puse a averiguar de qué se trataba este juego.
Entiendo el deporte en general como el enfrentamiento personal o de equipos, con o sin animales, y en situaciones equidad.
Mismo tipo de campo, mismo número de participantes, reglas claras, en fin, con el mínimo de variables posibles para que el encuentro fuese lo más parejo posible.
Con sorpresa veo que el baseball no es así.
¿Se imaginan que en una carrera de caballos un cadi saliera a la pista con tres o cuatro caballos?
¿Se imaginan que en un combate de box un peleador saliera con dos brazos izquierdos y tres derechos?



Bueno, pues eso mismo pasa con el Baseball, sale un solo participante de un equipo y se enfrenta a nueve del equipo contrario ¡Nueve contra uno!





Y si fuese poco esta desigual situación, un individuo estratégicamente parado en una lomita y con la ventaja de terreno superior, le tira tamaña pelota de cuero con velocidad y maña como para pasarle el bólido muy cerca del cuerpo y con eso apantallar y dejar parado al único representante del equipo contrario.
¡Bien harían en invitarle una tacita de té o un agua fresca!
Pero no, prefieren arrojar con fuerza la pelota y en ocasiones incluso pegarle al indefenso y único contrario.



No es raro por tanto que aquel solitario jugador, con tal de defenderse del otro equipo, salga al campo con un bonito palo en las manos y procure golpear la pelota, ya que parece estar prohibido golpear a cualquiera de los contrarios.


Golpes de la vida.

Si el solitario jugador golpea la pelota con fuerza y tino puede invitar amablemente a algunos de los suyos a entrar al campo de juego, pero en el mejor de los casos serán cuatro contra nueve, es decir, siempre en desventaja numérica.
En cualquier otro deporte de equipo cuenta la cantidad de puntos anotados por los equipos participantes, donde gana el que más anotaciones tiene.
No es así en este extraño deporte, donde el juego perfecto es aquel donde nadie anota, nadie conecta un hit y todos mienten pues aseguran que no hay errores.
¿Se imaginan un larguísimo partido de futbol, de tenis, de basquetbol o cualquier otro donde digan que fue perfecto porque nadie anotó nada?
Porque sí, además en estos encuentros el tiempo no cuenta, pueden pasar horas y horas y el partido sigue y sigue.
Por ejemplo, ahora que fuimos al estadio Fray Nano, la sexta entrada duró un suspiro, poco más de diez minutos, la séptima entrada duró más de una hora.
Pero la cosa no termina ahí ¡Faltaba más!
Hay repartidos en el campo cuatro individuos que todo ven y juzgan, y que ponen todo su empeño en entorpecer el juego, incluso son felices cuando les marcan errores a los jugadores de ambos equipos.
Terribles personajes a los que no se les puede tocar y menos hablarles fuerte porque se ofenden y expulsan a quien les parece sin dar cuentas a nadie.



Personalmente no me gusta la violencia y pretendo transitar por senderos más pacíficos, pero siempre es agradable ver que el pícher (el jugador instalado en la lomita), golpea al ampáyer, total, siempre van sobreprotegidos con caretas, hombreras, peto y otros artículos indumentarios que les dan un andar bastante curioso.




Bueno, con toda esta fidedigna información gratuitamente proporcionada por internet, asistimos al Fray Nano, casa de Los Diablos.
Me encontré con un ambiente festivo, donde aficionados de uno y otro equipo fuimos a pasar un buen rato.
Por supuesto no faltaron individuos que confunden el apoyo con el insulto, algunos fueron retirados del estadio, otros se cansaron de provocar y se retiraron solos.
Pero salvo estos muy esporádicos trogloditas, el resto de los asistentes fuimos a pasar una tarde llena de bien estar, cerveza muy fresca, cuanta botana pueda uno ingerir y por supuesto la magnífica compañía de gente a la que queremos mucho.




En el caso de la pelota cubana le voy a los Cocodrilos de Matanzas, ya que Barbarita, extraordinaria amiga, me regaló una estampa de éste equipo.
Tarde llena de magia, primera vez que asistí a un partido, que voy a un estadio y los Diablos, mis Diablos, ganaron.


Fray Nano lleno.



(Con un especial saludo al equipo de “Los Chemamecos”)