domingo, 23 de septiembre de 2018

Viaje a La Habana, día final.



Cuba, que linda es Cuba...


Sí, lo sé.
Falta concluir el último día del maravilloso viaje a La Habana.
Pero resulta que ese día fue muy intenso y no me dio tiempo de anotar cosa alguna.
Así que no tengo registro de lo acontecido.
Bueno, un poco sí, pues resulta que tomé algunas fotos, y a partir de ellas hago la reconstrucción del último día en La Habana.


Playa Santa María.
 Muy temprano nos fuimos a las playas del Este, que resultaron ser maravillosas y muy hermosas, el mar, el cielo y la paz conviven en éste mágico lugar.


Physalia Physalis

Las playas son muy limpias y agradables. La cosa es que llegamos junto con el arribo de un gran grupo de medusas conocidas como Carabelas Portuguesas, que si bien su picadura no es tóxica, hay personas sensibles a su toxina, así que no entramos a nadar, nos quedamos en la orilla.






Ya entrada la tarde nos fuimos de regreso a casa de Ana, casa y gente amable a la que no queda otro remedio sino querer.
Otro que es así es Jóse, quien nos llevó a las playas del Este y nos trajo de regreso.







Un hermoso atardecer nos anuncia que es hora de despedirnos, mañana el sol nos despertará en la Ciudad de México.

Ha sido un viaje magnífico, de grandes contrastes y altas enseñanzas, donde departimos y convivimos con gente maravillosa que como siempre, nos brinda su casa, su tiempo y sobre todo su corazón.

Pero antes de irnos pasamos a La Fábrica de Trova, lugar donde se presenta Augusto Blanca, gigante cantautor cubano.

Un detalle que me llamó la atención de manera no muy grata, para entrar al auditorio hay que pasar por un centro cultural-recreativo, todo muy bien, salvo que en el lugar tienen una tremenda bocina con volumen atronador y la no muy afortunada selección de reguetón que a todos lados nos acompañó.

En ésta ocasión la letra, repetida ad nausam, mencionaba que al cantante le gustaban las posaderas de su hermana, claro, no con esas palabras.

Y digo que es una selección poco afortunada pues íbamos en busca de las extraordinarias letras de Augusto, de su asombrosa música, de todo lo maravillosos que mueve éste hombre con sus canciones y pasar por el pasillo estrecho del regetón no es la antesala que uno quisiera.

Pero en fin, ya en el auditorio no se escuchaba la bocina aquella.

Augusto y sus invitados hicieron la magia.











El viaje llega a su fín, hemos acomodado los libros en las maletas, llevamos muchos y muy valiosos ejemplares, no por su precio, sino en su contenido, porque no hay otro lugar en el mundo donde conseguirlos, salvo en Cuba.

Nos despedimos de los queridos amigos. Las despedidas, esa parte tan... no se, que me llena de tantas emociones encontradas, y que al final reafirma la muy querida amistad con todas estas gentes maravillosas.

Se que pronto nos volveremos a ver.

Jóse y El Unicornio pasan por nosotros y nos lleva al aeropuerto, como siempre es al primero y al último de los amigos al que saludamos y despedimos.

El vuelo no espera y como siempre, antes de abordar toco el fuselaje del avión y le pido que nos lleve con bien a nuestro destino.

El amanecer nos recibe en nuestra ciudad.