Esta foto de Nápoles es cortesía de TripAdvisor
A comienzos del siglo XX la canzone napolitana adquirió en el mundo una patente de universalidad que después, solo el jazz y sus derivaciones ha logrado alcanzar. Nuestras madres y abuelas las escucharon o cantaron en los salones del 900.
Se podría decir que lejos de ser canto regional, se ha convertido en el canto nacional de Italia.
La canción napolitana nació hace muchos siglos, se cree en el XIII, en los labios del pueblo, sus letras son variadas aunque suelen hacer referencia a asuntos amorosos o a los paisajes del sur de Italia. Se fue refinando a través de los villancicos o villanelle, filtró definitivamente la propia expresión sobre el palco escénico de la ópera bufa, se enriquece con los motivos del ambiente popular del 800.
Investigando sus raíces, se llega a una apreciación justa: el canto popular es un producto de una creación colectiva, q se desarrolla, ajusta y desajusta, con el correr del tiempo. En la canción napolitana el proceso ochocentista, toma base en un grupo de personas q se reunían para dar, cada una, la contribución de una palabra o de un verso (en la canción napolitana siempre fue más importante el verso q la música, en el orden de importancia q regionalmente se le ha dado).
Junto al canto popular va creándose, pues, el popularesco, q se nutre del primero; pero q a diferencia de él no se produce en la masa del pueblo, transmitiéndose y agregándose de generación en generación.
El popularesco – y en este caso la canzone – tiene un inventor individual, el poeta. Los primeros ejemplos de canción napolitana son francamente populares y se remontan al pre Renacimiento, a los comienzos del 1300. Después los músicos y poetas populares la vuelven popularesca, por decirlo de alguna manera, más culta. Es en pleno siglo XIX q nace lo q se conoce hasta hoy como canzone napoletana.
El folklore musical napolitano se expresa siempre con formas monódicas: una voz sola, o con acompañamiento de teorba (instrumento musical semejante al laúd barroco), nunca con coros.
El napolitano rechazaba el canto coral, q permanece como una característica del folklore en las regiones septentrionales de Italia, y aún cuando canta en compañía – un ej. es el popularizado Funiculí, Funiculá -, las voces pueden ser muchas pero la línea melódica es una sola, sin descomponerse jamás en polifonía.
En la década de 1830 se creó un concurso anual dedicado a la canción napolitana durante la Festa de Piedigrotta, fiesta dedicada a
Te voglio bbene assaje
“¡Te quiero tanto! / y tu no piensas en mi”
En 1847, Teodoro Cottrau, nieto de un mariscal de Napoleón – cuyo padre se había establecido en Nápoles, atraído por la canzone y su ambiente, al punto de hacerse editor y escritor de las mismas -, editó El eco del Vesubio, que duró hasta 1870, en el cual publicó un centenar de canciones de las distintas regiones de Nápoles. Teodoro Cottrau, escribió, él mismo, canciones, y es suya una de la más célebre en el mundo Santa Lucía.
Escuchemos en la voz del gran tenor Napolitano, ENRICO CARUSO
SANTA LUCIA
“Sobre el mar Brilla, Santa Lucia.
el astro de plata.
Plácida es la onda,
y próspero el viento.
Venid rápido
Barquilla mia;
Santa Lucia, Santa Lucia.”
Salvatore di Giacomo y Enrico De Leva son los más importantes de los cultores de la canzone napoletana, durante el final del 800 y principios del 900, ambos formaron la pareja de creadores de canciones más notables que ha tenido Italia.
Es Salvatore di Giacomo el napolitano q, desde el primer momento, en las últimas décadas del XIX y en las primeras del XX, se constituye en intermediario entre el alma popular y el músico de oficio.
Es indudable que en la poesía de Di Giacomo, hecha canzone, Nápoles está siempre presente. Exceptuada su poesía no musicable, toda la producción de Di Giacomo para las canzone es exclusivamente napolitana. Está en ella la atmósfera y el clima de Nápoles, el espiritual y el físico; este Nápoles donde el contraste entre realidad y sueño se encuentran atenuados al máximo, y los elementos de la una y del otro fluctúan sin que se les distingan siempre con claridad, a través de expresiones q moverían a risa, sino fueran tan humanas… y reales.
Una de sus canzone más famosas Marechiare, texto de Salvatore di Giacomo y música de Paolo Tosti.
"Cuando asoma la luna en Marechiare / hasta los peces hacen el amor,/ se revuelven las olas del mar,/y, por el júbilo, cambian de color, / cuando asoma la luna en Marechiare.../ en Marechiare hay una ventana/ en ella golpetea mi pasión / un clavel,/ dentro de un tiesto / perfuma el aire, / por debajo pasa / el agua / murmurando.../ en Marechiare hay una ventana.../ el que dice / que brillan / las estrellas / no conoce los ojos / de tu frente;/ estas dos estrellas / yo solo / las conozco: / las tengo clavadas / en el corazón./ ¿quién dice / que brillan / las estrellas? / despierta, Carolina, / que el aire es dulce, / que ya bastante tiempo he esperado./ para acompañar la voz con el sonido, / he traído esta noche una guitarra.../ ¡Despierta, Carolina,/ que el aire es dulce!”
Aquí cantada por la gran voz de Tito Schipa, tenor muy conocido de Lecce, sur de Italia, sin una voz muy potente y con poco agudo, sin embargo compensado por la belleza del tono y la riqueza interpretativa, era muy melódico, llegó a ser el intérprete preferido en Europa durante la década de los años 30.
Marechiare era una de sus preferidas, también una de las preferidas de un gran admirador de la canción napolitana: Carlos Gardel
Tito Schipa era un gran intérprete de las canciones napolitanas.
Y ahora haremos un pequeño recorrido por algunas canciones napolitanas más conocidas