martes, 6 de marzo de 2018

Argentina sos.


Como iba diciendo ayer…
8 de noviembre.
Temprano tomamos el subte al centro, ya era necesario pasar a una casa de cambio.
No sé cuánto caminamos, era por demás imposible cambiar a moneda local.
Banco al que pasábamos, banco en que nos decían que ahí no se podía, que en otra sucursal.
Eso sí, las edificaciones son portentosas y monumentales, espacios interiores gigantescos, imposibles en la Ciudad de México, mucha gente, muchas filas y, por desgracia, no había sistema.
Total, al fin dimos con una casa de cambio casi sin gente, tras los rigurosos trámites de identificación salimos con la tan buscada moneda nacional.
Tomamos un taxi, ya que nos habíamos tardado algo más de lo presupuestado, y nos fuimos a la Fundación Mercedes Sosa.


Fundación Mercedes Sosa.


El lugar es una antigua construcción religiosa, no sé a qué orden perteneció, pero ahora alberga el lugar donde se rinde tributo y se guarda la memoria musical de nuestra querida Mercedes.
Ahí se realizan conciertos, exposiciones, cursos, talleres, en fin, toda aquella actividad que le da vida y movimiento a la cultura.
Conocimos y platicamos un poco con Fabián Matus, el hijo de Mercedes y que ahora se encarga de la administración del lugar.






Amparito en la Fundacion.






Lupita y Fabián.

Amable, sonriente, buen platicador.
Nos despedimos de él y salimos a la calle, ya para entonces el apetito se hacía notar y buscamos un lugar para comer.
No sé si ya lo había dicho, pero lo repito ¡Gente rara los argentinos!
Desayunan apenas casi nada, almuerzan algo, comen poco y meriendan como vikingos.
Así que para nosotros que como gente normal desayunamos bien, comemos fuerte y cenamos poco nos es fácil encontrar lugar en los distintos restaurantes de aquellas latitudes.
Muy cerca de la fundación está el parque Dorrego, donde sirven rica comida a cualquier hora.
Así que sin más nos instalamos en el lugar.
Buena comida, buena cerveza.
Al centro del parque una pareja de bailarines profesionales interpretaba su versión del tango, era muy vistoso y movido, sin duda está hecho para turistas.




Salimos caminando por aquellas calles bonaerenses.
Fue en esta caminata que encontramos un mural que nos encantó.



Más tarde fuimos al Café Violeta, lugar de fama, con interiores espectaculares, techos altos, vitrales muy bellos y precios exorbitantes.
Salimos después de un café y nos dirigimos a la cita con ángeles que estaba prevista desde antes del viaje, el Café Tortoni con las amigas argentinas.
El Café Tortoni es espectacular, es amplio, lleno de fotos y recuerdos de visitantes distinguidos, como Jorge Luis Borges, Carlos Gardel y Alfonsina Storni, entre muchos otros.


Visitantes distinguidos pero silenciosos.



Es de hecho un museo vivo, donde mucha gente asiste para pasar un muy agradable rato.
Buen café, buen ambiente, pero, sobre todo, el encuentro con las amistades que ya hacía mucho tiempo no habíamos visto.
Estuvo Ali, Leandro, Patricia y Mimí, a cuya casa fuimos a dar siguiendo los planes y programas establecidos por las amigas argentinas.





4 comentarios:

Patricia Moda dijo...

Me tomé 5 minutos y me tomé un té.
Mientras tanto miré la entrada, cuánto recuerdo!!!
Sí q estuvo lindo el encuentro en el Tortoni, ya un clásico de encuentros puenteros.

Mimí dijo...

Armanducho, lindo recorrer aquellos días junto a Uds en Buenos Aires! Gracias por reactivar estas historias que quedaron en mi mente y mi corazón!

(Gente rara los argentinos, jejejeje, cuate atrevido!)

Patricia Moda dijo...

Y q lo digan los cubanos...

Ahí quedó bien claro q los bichos raros son los mexica, jajaja

Armando González dijo...

Mi linda fata Pato, Mimí es gente decente, cosa que no se puede decir de Ponce, que ni siquiera es de este mundo.