martes, 12 de junio de 2018

Viaje a La Habana 2018

La Cabaña.




3 de febrero.

Después de un bonito desayuno (bueno, nosotros desayunamos, Pato tomó un café), nos fuimos montados en el Unicornio rumbo a La Cabaña, pues allá es la sede principal de la Feria Internacional del Libro en La Habana.

Antes llegó Ana de su ida al hospital, le aplicaron los medicamentos que le prescribieron.

Llegamos pues a La Cabaña.

Garita.


Ya había descrito alguna vez este lugar, es una fortaleza novohispana con todas las de la ley, fosos, puentes levadizos, troneras, almenas, garitas para centinelas, en fin, todo un fuerte.

Fue construido por la Corona Española para defensa de ataques piratas, corsarios, ingleses, holandeses, portugueses, en fin.

Amistad y fortaleza.


Alguien, no se quien, me comentó que el fuerte nunca fue atacado, otros me dijeron que sí, que los ingleses desembarcaron fuera del alcance de los cañones del fuerte e invadieron La Habana y la dejaron en ruinas.

Bueno, eso es historia.

Llegamos a La Cabaña y ya había mucha, muchísima gente adentro, y no dejaban de arribar más y más visitantes.

Ahora un paréntesis algo largo y poco grato.

Verdaderamente habíamos mucha gente en La Cabaña, era difícil caminar y era muy evidente la actitud un tanto osca de muchos jóvenes.

Era muy notorio que arrojaban la basura en cualquier lugar, latas de refresco y cerveza, envoltorios de frituras, papeles varios, todo se multiplicaba con rapidez en los pisos centenarios del fuerte, aquellos pasillos en que hace cincuenta años resonaran los pasos del Che y que ahora reverberan al compás nada amistoso del reguetón.

Muchos, muchos jóvenes llevan bocinas portátiles de gran poder que de manera gratuita nos inundan con esta música producto de la mercadotecnia.

Jóvenes, bocinas, reguetón y basura.


Ya de por sí es bastante desagradable escuchar las letras carentes de cualquier valor estético, más aún en un evento de talla internacional como lo es una de las ferias del libro más importantes de Latinoamérica y en un lugar histórico como La Cabaña.

Placa conmemorativa.


Por otra parte, la organización está algo desorganizada, los puestos de información tienen mapas del lugar, pero no tienen información de las presentaciones y/o en que salas estarán las mismas o donde encontrar una editorial.


Centro Cultural Pablo, fue un triunfo encontrarlos.


Otro asunto que notamos, fue que muchos de los asistentes, sobre todo los jóvenes bocineros no entraban a los stands de libros, mucho menos a las presentaciones, se quedaban afuera, en los pasillos dando vueltas y repartiendo basura y reguetón. Incluso vimos un grupo de estos jóvenes entrar a una de las galerías, salieron más rápido de lo que entraron y no vieron un solo libro.

Demasiada gente que iba a pasear y a tirar basura.

Quede bastante desencantado, no me gustaría repetir la experiencia.

Lo que es bien cierto es que una muy buena amiga cubana nos advirtió de este fenómeno, nos dijo claramente que ella no iba a la feria en fin de semana, que es de lunes a viernes cuando el evento tiene la seriedad que debería tener de inicio a fin.

Fin del paréntesis algo largo y poco grato.

Fuera de La Cabaña hay una exhibición militar, misiles, tanques y aviones del ejército cubano, también están los restos de algunas aeronaves utilizadas durante la invasión norteamericana a Bahía de Cochinos.




Mig-21 de la era soviética.


De salida Jóse nos lleva por el Cristo de La Habana, pasamos a verlo pues Pato no conoce la escultura.

El Cristo de La Habana.


Sorprendimos a un guía de turistas, estaba poniéndose de acuerdo con el tiempo que se podían quedar en el lugar, el monólogo fue más o menos así:
-Tú ours mucho problem, guan ora is bien-
No recuerdo con exactitud la negociación, pero era muy divertida.

Más tarde, ya en casa de Ana, Pato me dice muy contenta que Silvio había invitado a una cena para el próximo lunes, yo de puro provocador le dije:

- ¿Invitación para una cena?
- ¡Sí! El lunes por la tarde- Contestó la Pato
-Ah, pues que les vaya muy bien- (Te digo que andaba yo de molestón)
- ¡Que también vos estás invitado, guacho! - y no sé qué otras cosas impublicables me dijo la Pato.

Me encanta cuando Pato me dice que soy un guacho total.



8 comentarios:

Patricia Moda dijo...

Juasssssssssss

Me acuerdo de ese diálogo del guía turístico, jajaja, que manera de reírnos!

Bueno, ya sabes q coincidimos con la apreciación de ese día en la Cabaña.

Y ese Cristo de mármol de Carrara, magnífico.

Y terminarlo con el bolonqui de la confusión que hice con la invitación de Silvio fue mundial, jajaja

Ya empezaste con las patrocidades...

Creo q terminaré interviniendo la entrada anterior, Ejem

Armando González dijo...

Pato querido Pato, la que empezó y siguió con las patrocidades fue vuestra merced.
Pato malo e interventor.

la Tucu dijo...

Buena descripción, incluso de lo que no gustó.
Eso, la invasión acústica verdadera, (la de la embajada es un invento), es un mal de nuestros días no de Cuba solamente, si es triste que invadan ese lugar también...

yo conozco Casablanca y ese lado de la costa, por el concierto de Casablanca de 2015 pero no conocí la Cabaña, a pesar de mis tres viajes de los últimos años.

Pobre Ana que se perdió tanto por su enfermedad...me apena.

No veo la hora que lleguen al momento de la cena

Patricia Moda dijo...

jajajaja, ya te enterarás Tucu... hice un quilombo fenomenal, tanto que todos dudaban de todo y tuvieron q reconfirmar lo que habían escuchado... jajajaja, ya verás!

Fue una total patrocidad, jajaja.

Pero cuando llegue el día yo quiero contar algo también mundial, y que no fue ninguna patrocidad...

Lien dijo...

Como ya dije en SC... hoy toda mi voz y sus silencios para los 40 de nuestro Rodri y nuestra Mamilú!

Armando González dijo...

Fata Mariluz, te mando un beso.
Rodrigo, un abrazo eterno.

Mariluz Morgan dijo...

Gracias, gracias, gracias.

Ya estoy mejorcita...

Besos gigantes

Armando González dijo...

Fata Tucu, es cierto, estamos bajo el ataque sónico del reguetón, no solo en Cuba, en todos lados.
Entiendo el origen de este tipo de música como un asunto surgido de los barrios marginados, como una actitud contestataria, como lo fue en su momento el rap, pero al igual que éste último fue devorado por grandes consorcios, vaciado de cualquier tipo de contexto y convertido en mercancía muy degradada.
Estas compañías disqueras venden la boñiga de aquella digestión, productos y cantantes absolutamente desechables que son reemplazados con pocas semanas de diferencia.
Fata Mariluz, más besos para tí.
Bueno, hay nueva entrada, continuamos con las Patrocidades.