sábado, 13 de mayo de 2017

Diario de un viaje implanificado a Cuba

15 de abril.
Pregonero en La Cabaña.



Hoy nos despertamos temprano, llegaron Leti y Marco a desayunar justo cuando pensábamos que ya no llegarían a casa de Ana para tal evento.
Todo muy rico.
Leti y Marco se fueron temprano rumbo a La Habana, nosotros nos quedamos un rato más, en parte para lavar la ropa y en parte para hacer tiempo pues estamos invitados a un concierto de clarinetes en el templo de San Felipe Neri.
Rosalía me pregunta que si sé cocinar, ante mi respuesta festivamente afirmativa me encasqueta un delantal y me pone a cocinar unas pechugas de pollo que ella marinó con antelación.
En seguida se da un mal entendido, en la parte de abajo (casa  de Ana) suponen que comeremos ahí mientras que en casa de Rosalía estamos con el entendido de que comeríamos arriba.
Rosalía dice en voz muy alta para que se escuche en toda la casa:
-¿Cómo que comer abajo? ¡Si ya casi acabo de hacer el pollo!
Con el sartén en la mano y el delantal puesto le pregunto a Rosalía si soy el hombre invisible.
Como respuesta recibo la carcajada de Rosalía, me encanta cómo ríe.
Bueno, da la hora de salir, el incansable Jóse llega a tiempo por nosotros, Ana incluida, y nos lleva a La Habana, muy cerca de San Felipe Neri.
En las pocas calles que caminamos se nos acerca un enorme cubano, nos pregunta si somos mexicanos, ante la afirmativa nos dice que los cubanos están muy agradecidos con el pueblo mexicano por su apoyo durante los años que han resistido, también nos pregunta que si es la primera vez que visitamos la isla.
-No, es ya la segunda vez- le decimos.
-Ah- contesta –Entonces ya son cubanos.
Se despide amable y sigue su camino.
Llega Doris, tremenda cubanísima, me da un enorme abrazo del tamaño del mundo, trato como puedo de defenderme de la lluvia de cariño y amistad con que nos inunda. Imposible.
A Doris no queda otra que quererla.
También llega la querida Nuris, siempre atenta, siempre sonriendo, siempre amiga, y pone su cuota personal de querencias en el encuentro.
Entramos al recinto, nos alcanza otra amiga, Mami Luci, el cuadro está completo.


Nuris, Lupita, Ana, Doris y Mami Luci.

San Felipe Neri fue una iglesia, por azares del destino se convirtió en banco y más tarde lo tomó el Estado Cubano para hacer de él una casa de cultura.
Aunque llegamos temprano nos toca lugar cerca de la mitad del salón, en poco tiempo se llena y aún hay gente que asiste de pie al concierto.
No está nada mal el repertorio, pero el lugar se presta poco para el disfrute sonoro, uno de los elementos acústicos más notables es la reverberancia, se mantiene de forma natural durante varios segundos, esto le va mal a la música micro tonal o con grandes adornos, el efecto tiende a tapar el virtuosismo del ejecutante.
Pero no en todas las piezas pasa esto, George Gershwin suena asombrosamente bien en este lugar.
El concierto transcurre bien y rápido, son varios dúos, tríos, cuartetos y solistas los que desfilan ante nosotros, al final se juntan todos y nos ofrecen “Lágrimas Negras” a 19 voces, todas clarinetes.
Asombroso.


Doris y Ana.

Salimos a la tarde clara y calurosa, vamos por las calles habaneras platicando cuando se nos atraviesa un café nuevo, entramos.
Muy rico aunque algo caro, no recuerdo el nombre, creo que es "La Suiza".
Ya de salida y regreso, Doris me toma del brazo y platicamos, Me comparte una charla en torno a los videos que hemos hecho, sus palabras nos llenan de luz.
Llegamos al castillo de La Fuerza, ahí están Leti y Marco, nos despedimos de todas las amigas y Jóse nos lleva hasta La Cabaña, fortificación militar de tiempos de la colonia española, edificado en 1763 y donde se lleva a cabo la ceremonia del “Cañonazo”, aquí se escenifica el anuncio del cierre de puertas que se hacía en aquellos años, asunto de seguridad para evitar en lo posible ataques de piratas, corsarios, ejércitos invasores etc.


Entrada de La Cabaña.


Desde La Cabaña la vista de La Habana es extraordinaria, la ciudad luminosa está ahí, justo después de la bahía, comparte la noche con los luceros nocturnos que adornan y aderezan la noche.



La Habana desde La Cabaña.


Un pequeño grupo de personajes, vestidos a la manera novohispana pasan y pregonan que las puertas de la ciudad se han de cerrar.


Guardia Novohispana.

Pocos minutos después pasan con aire marcial un piquete de militares también caracterizados como los antiguos soldados que habitaban aquella fortificación.
Marciales, serios y con un tambor que hace retumbar las entrañas.
Con órdenes claras y fuertes el cañón es cargado y la mecha encendida.
El redoble del tambor hizo que todo mundo quedara mudo.
Calla el tambor, calla la bahía y hasta el cielo contiene la respiración por un instante.
Una cosa queda clara, es muy emotivo y estruendoso.
Tras el estampido, muchos niños gritaron, bueno, los adultos también, y todos, todos brincamos.

De ahí regresamos a casa de Ana, mañana nos espera un bonito paseo pero hay que despertar temprano, así que ya me voy a dormir, buenas noches.


Lupita en La Cabaña.


Algo que no comenté, la salida de ayer a Cojímar y la de hoy a La Cabaña, no estaban previstas originalmente, se dio la oportunidad y cambiamos rutas y sitios planificados, no sé a donde no fuimos, pero los cambios fueron para bien.
También comento que tengo el audio de aquella versión de Lágrimas Negras a 19 voces, pero no se como compartirla. Lástima.

7 comentarios:

la Tucu dijo...

es tan hermoso el relato...que uno se siente estar ahí. Me gustaron las descripciones de la risa de Rosalía y de Doris y Nuris.
No conozco la cabaña . Y la única ceremonia de los cañonazos que quisimos asistir con fata Pato...eso fue en el fuerte de Santiago de Cuba, fue suspendida porque por una llovizna se mojó la pólvora (sin comentarios), o mejor dicho si quiero comentarios de IdM!!

Armando González dijo...

Fata Tucu... ¿Un comentario de IdM?
No sabes los demonios que haz despertado.

Guadalupe sin foto dijo...

Puente querido:

Este día estaba medianamente planificado, porque a través del correo ya tenía un acuerdo con las cubanitas de asistir a la Clausura del Festival Internacional de Clarinete.
Fue una hermosa experiencia.
Lety y Marco optaron por visitar otros sitios de la Habana.
Fue un sueño volver a abrazar a las amigas Doris, Nuris y Lucy, por supuesto en compañía de Ana María.
Al salir de la Suiza (un café nuevo)
nos fuimos a encontrar con Lety y Marco, en la fortaleza de San Carlos, ahí los conocieron las cubanitas.
De ahí marchamos a la Cabaña, me encantó la recreación que hacen del cierre de la puerta de la Habana y del anuncio con el cañonazo, pese a los sobresaltos.
La Habana iluminada desde este sitio se ve hermosa.

Los quiere ��

Guadalupe

Bárbara Vasallo dijo...

Armando!! me encantan tus crónicas. Puedes buscar un sitio a donde subir audio y luego pones el link en el blog. Es fácil.
Ahh y estoy esperando la crónica de Matanzas ja ja abrazos

Patricia Moda dijo...

Buenísimo el relato.

Me debo La Cabaña y los cañonazos, q el único q tuvimos fue el q disparó la Tucu en Santiago de Cuba, jeje.

Morí de risa con el.hombre invisible, como para q no largo carcajada Rosalía. Me hizo recordar q Ana x mail, el otro día, me dijo q tiene carácter dominante.

Mmmm, la ví a Ana con un cigarrillo, mmmmmm

Muy bueno, sigo en el otro cuento...

Ah, yo tb estoy extrañando a IdM, y otros... Ónde están?

Mariluz Morgan dijo...

.

Y aquí me quedo por hoy... qué maravilla de viaje, éste!!!!

Jesùs magro dijo...

👏🏻