martes, 24 de abril de 2018

A MARIA



A nuestra querida María Boricua:

Partiste demasiado pronto, de nuestro espacio temporal, y te extrañamos mucho.

Ahora estás en otro tiempo al que no podemos medir, ni acceder, aún.

Sí, aún, porque dentro de un tiempo, que será como siempre demasiado pronto, estaremos contigo.

Esperanos y por favor querida avestruz, no metas la cabeza en el agujero infinito, que te necesitamos atenta, como sé que lo estarás, hasta que lleguemos junto a ti.

Pensé en un regalo, y recordé nuestro amor compartido por Vincent Van Gogh, recuerdo en Enero cuando me mandaste una foto con unas medias con la pintura de La noche estrellada, qué manera de reírnos, era ya demasiado te dije.
¿Te habrá llegado a tiempo el libro Cartas a Theo? ¿te lo habrás podido llevar en tu viaje a Puerto Rico? preguntas que no te hice a tiempo...



Me encantó una poesía que te dedicó Alida, de Oscar Wilde, seguro te gustará, querida María:

MIS AMIGOS 

Elijo a mis amigos
no por la piel u otro arquetipo cualquiera,
pero sí por sus pupilas.
Tienen que tener
un brillo cuestionador
y tonalidad inquietante.

No me interesan los buenos de espíritu
ni los malos de hábitos.
Me quedo con aquellos
que hacen de mí loco y santo.
De estos no quiero respuestas
quiero mi revés.
Que me traigan dudas y angustias
y aguanten lo que hay de peor de mí.
Para eso, sólo siendo locos.
Los quiero santos para que no duden de las diferencias
y pidan perdón por las injusticias.

Elijo a mis amigos por la cara limpia
y por el alma expuesta.
No quiero solamente el hombro o la falda,
quiero también su mayor alegría.
Amigos que no ríen juntos,
no saben sufrir juntos.
Mis amigos son todos así: mitad tontería, mitad seriedad.
No quiero risas previsibles ni llantos piadosos.
Quiero amigos serios,
de aquellos que hacen de la realidad
su fuente de aprendizaje,
pero que luchan
para que la fantasía no desaparezca.

No quiero amigos adultos ni estudiantes.
Los quiero mitad infancia y otra mitad vejez.
Niños, para que olviden el valor del viento en el rostro,
y viejos, para que nunca tengan prisa.

Tengo amigos para saber quién soy.
Pues viéndolos locos y santos,
tontos y serios,
niños y viejos,
nunca me olvidaré que
la normalidad es una ilusión imbécil.

Oscar Wilde


Raquel contó: "Mi mami tuvo amigas virtuales, reales!. Le prepararon esto de despedida y me llenó de mucha paz. Qué bien la conocían!"




Podemos comentar agregando cuanto querramos decirle a María.