La feria de Mataderos. |
19 de noviembre
Después de la desvelada nos hemos
despertado algo tarde.
La casa en silencio nos dice que
nuestros anfitriones también descansan.
Una leve inquietud me despabila,
Lupita revisa algunos datos en su teléfono.
Platicamos un momento y llegamos
a quedar en silencio mirando la pantalla del teléfono.
Escuchamos un pequeño y casi imperceptible
ruido de la cocina, salgo y me encuentro con Mimí.
Tras los saludos le digo algo así
como:
-Mi linda, ya que los argentinos
han inventado todo ¿Tendrás una máquina del tiempo que nos prestes?
(La verdad no recuerdo si el
diálogo fue así, pero ése era el sentido)
Mimí se me quedó viendo como si
yo fuese un bicho raro y acabó por decirme que no tenía.
Así que le aclaré:
-Es que nos acabamos de dar cuenta
que nuestro vuelo era ayer.
- ¡¿Cómo?!
-Sí, perdimos nuestro avión.
Yo le decía esto como quien menciona
lo lindo de la mañana o lo verde de las hojas del árbol.
- ¿Cómo me decís algo así? ¡Tendrías
que gritar, tirarte de los pelos, qué se yo!
Por supuesto que Mimí se lo
comentó a Gus, mismo que también nos miró como a bichos raros.
Si bien era cierto que habíamos
perdido el vuelo programado, nuestros boletos eran abiertos y teníamos opción
de abordar el avión para este día.
Bueno, ya digerida la jalea nos
preparamos para la última salida.
Nos despedimos de Marco, el que
por cierto toca maravillosamente el bandoneón, y salimos a la feria de
mataderos.
Se trata de una feria
gastronómica-artesanal donde puedes encontrar muchos y muy variados artículos.
La parte gastronómica muy bien,
probé el famoso choripán. No me encantó, pero me comí dos.
Luego me explicaron que el choripán
había que comerlo en los encuentros de futbol.
Ya será a la siguiente.
La parte artesanal de la feria
también estuvo muy bien, artículos de buena factura y precio, en particular
andaba yo tras un cuchillo para asado y había de todo en el mercado.
Vimos un juego de
cuchillo-tenedor muy bellos y muy caros, bueno, el trabajo lo valía, pero nos
quedaba fuera de presupuesto.
Después de unas vueltas encontré
lo que buscaba, un juego hecho a mano con bonitos terminados y precio
accesible, así que sí, ya tengo mis cubiertos para asado.
La feria también cuenta con su
parte cultural, en un entarimado había un muy buen grupo musical, en la explanada
mucha gente bailaba aquellas canciones. Me emocionó mucho ver gente joven,
incluso niños participando de aquel baile.
Fue ahí que tomé las últimas y
únicas fotos de ese día.
Regresamos a casa de Mimí y Gus,
había que preparar el regreso. Todo nuestro equipaje estaba listo, la
preparación era más bien emocional.
Por las características de los boletos
de avión, había que esperar a ver si podíamos abordar el vuelo.
Es decir, teníamos que esperar
casi hasta el último momento para saber si regresábamos a casa o tendríamos que
esperar al siguiente vuelo, yo no quería molestar más a nuestros amigos que ya
bastante habían hecho al llevarnos al aeropuerto. Al final se impusieron y nos
esperaron todo el rato.
En sus miradas, sobre todo la de
Mimí e adivinaba el intrínseco deseo que no tomásemos el vuelo.
El personal de tierra nos asignó
nuestros lugares y documentaron nuestro equipaje, en un rato más estaríamos
rumbo a casa.
Yo me quise portar valiente y no
transparentar las lágrimas que ya se me escapaban, creo que medio lo logré,
pero Mimí no pudo evitar mostrar de nuevo sus ojitos Remi.
Me desbarató.
Nos despedimos de nuestros amigos, últimas despedidas de tan querido lugar, la noche avanza y el
vuelo está por partir.
Ya en nuestros asientos miro como
puedo el suelo de estos pagos, el primer tramo del vuelo es hacia Rosario, no
puedo dejar de pensar si el avión cuenta con mechero de alcohol sólido y
cerillos de madera para evitar ser infraccionado.
La tarde en vuelo es larga y
hermosa, la noche nos alcanza y viajamos con ella.
En alguna hora de la madrugada
llegamos a México, los días pasados son recuerdos y añoranzas.
Gracias a todos los que nos han abierto el corazón, no hay forma de agradecer tanto.
Gracias también a los amables lectores que se han tomado la molestia de seguir nuestros pasos. Este relato llegó a su fin.
La casa nos espera.