Como iba diciendo ayer…
8 de noviembre.
Temprano tomamos el subte al
centro, ya era necesario pasar a una casa de cambio.
No sé cuánto caminamos, era por
demás imposible cambiar a moneda local.
Banco al que pasábamos, banco en
que nos decían que ahí no se podía, que en otra sucursal.
Eso sí, las edificaciones son
portentosas y monumentales, espacios interiores gigantescos, imposibles en la
Ciudad de México, mucha gente, muchas filas y, por desgracia, no había sistema.
Total, al fin dimos con una casa
de cambio casi sin gente, tras los rigurosos trámites de identificación salimos
con la tan buscada moneda nacional.
Tomamos un taxi, ya que nos
habíamos tardado algo más de lo presupuestado, y nos fuimos a la Fundación
Mercedes Sosa.
Fundación Mercedes Sosa. |
El lugar es una antigua
construcción religiosa, no sé a qué orden perteneció, pero ahora alberga el
lugar donde se rinde tributo y se guarda la memoria musical de nuestra querida
Mercedes.
Ahí se realizan conciertos,
exposiciones, cursos, talleres, en fin, toda aquella actividad que le da vida y
movimiento a la cultura.
Conocimos y platicamos un poco
con Fabián Matus, el hijo de Mercedes y que ahora se encarga de la
administración del lugar.
Amparito en la Fundacion. |
Lupita y Fabián. |
Amable, sonriente, buen
platicador.
Nos despedimos de él y salimos a
la calle, ya para entonces el apetito se hacía notar y buscamos un lugar para
comer.
No sé si ya lo había dicho, pero
lo repito ¡Gente rara los argentinos!
Desayunan apenas casi nada,
almuerzan algo, comen poco y meriendan como vikingos.
Así que para nosotros que como
gente normal desayunamos bien, comemos fuerte y cenamos poco nos es fácil
encontrar lugar en los distintos restaurantes de aquellas latitudes.
Muy cerca de la fundación está el
parque Dorrego, donde sirven rica comida a cualquier hora.
Así que sin más nos instalamos en
el lugar.
Buena comida, buena cerveza.
Al centro del parque una pareja
de bailarines profesionales interpretaba su versión del tango, era muy vistoso
y movido, sin duda está hecho para turistas.
Salimos caminando por aquellas
calles bonaerenses.
Fue en esta caminata que
encontramos un mural que nos encantó.
Más tarde fuimos al Café Violeta, lugar de
fama, con interiores espectaculares, techos altos, vitrales muy bellos y
precios exorbitantes.
Salimos después de un café y nos
dirigimos a la cita con ángeles que estaba prevista desde antes del viaje, el
Café Tortoni con las amigas argentinas.
El Café Tortoni es espectacular,
es amplio, lleno de fotos y recuerdos de visitantes distinguidos, como Jorge Luis Borges, Carlos Gardel y Alfonsina Storni, entre muchos otros.
Visitantes distinguidos pero silenciosos. |
Es de hecho un museo vivo, donde
mucha gente asiste para pasar un muy agradable rato.
Buen café, buen ambiente, pero,
sobre todo, el encuentro con las amistades que ya hacía mucho tiempo no
habíamos visto.
Estuvo Ali, Leandro, Patricia y
Mimí, a cuya casa fuimos a dar siguiendo los planes y programas establecidos
por las amigas argentinas.
4 comentarios:
Me tomé 5 minutos y me tomé un té.
Mientras tanto miré la entrada, cuánto recuerdo!!!
Sí q estuvo lindo el encuentro en el Tortoni, ya un clásico de encuentros puenteros.
Armanducho, lindo recorrer aquellos días junto a Uds en Buenos Aires! Gracias por reactivar estas historias que quedaron en mi mente y mi corazón!
(Gente rara los argentinos, jejejeje, cuate atrevido!)
Y q lo digan los cubanos...
Ahí quedó bien claro q los bichos raros son los mexica, jajaja
Mi linda fata Pato, Mimí es gente decente, cosa que no se puede decir de Ponce, que ni siquiera es de este mundo.
Publicar un comentario